El día 20 de noviembre mi grupo y yo decidimos ir a recorrer el campus de la Universidad San Marcos, ya que teníamos un trabajo que hacer y mas que un trabajo, lo tomamos como una gran experiencia. Luego de hacer el recorrido y siendo aproximadamente las cuatro de la tarde, me sentía con dolor de barriga debido a que no había comido nada desde la hora del desayuno. Motivo por el cual pregunté cual era el puesto de comida más concurrido de la zona. Pasaron menos de 5 minutos y nos cruzamos con un par de estudiantes sanmarquinos. A estos les preguntamos si sabían de un buen lugar para almorzar o comer algo “al paso”. Nos dijeron que exactamente al frente había un puesto que tenía un letrero que decía “CEBICHE A UN SOL”. Y era verdad, el cebiche de pescado costaba un sol y el cebiche de conchas negras costaba tres soles, el precio variaba si le agregabas chicharrón de calamar.
La dirección exacta era Gonzales del Riego 141, en el distrito del cercado de lima. Dicho puesto era aproximadamente de unos dos metros de ancho y seis metros de largo, el cual parecía aún más grande por los alumnos que se ubicaban a lo largo del pasaje. El aspecto que tenía el “local” no era del todo limpio, pero si se notaba que habían aseado el puesto momentos antes de nuestra llegada. Sin embargo, los insumos con los que se preparaba el cebiche estaban almacenados en baldes. Ahí, atendía una amable señora que nos pregunto ¿qué se nos ofrecía?. Yo pedí el cebiche de pescado, que parecía que podía acabar con mi hambre; y mi compañero del grupo, todo aguerrido sin importarle las condiciones en que se preparaba, pidió cebiche de conchas negras.
El plato de bordes floreados que se estaba despintando de tanto uso, contenía pedacitos de pescado que, mirándolo bien, no estaban bien pelados. El sabor era agradable pero el acompañamiento no era del todo rico. Al probar el chicharron de calamar y la cancha sabían raro. Los cubiertos que usamos estaban mal lavados y las puntas de estos estaban dobladas. Cuando terminamos de comer la sensación que me produjo fue de satisfacción, ya que había saciado mi hambre. El poco pescado, con mucho sabor a posible limón que había comido minutos antes estaba haciendo efecto en mi. Me sentí un poco mareado pero al fin de cuentas, me quitó el hambre.
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